El himno de la alegría.

Lo de madurar está muy bien. De cara a la galería. Cuando toca hay que ser serio, maduro, formal, cauto, cabal… Y también hay que saber enviar todo eso a la mierda. Siempre he preferido la fruta verde. Sacar la lengua, lamer el helado como si fueran a quitármelo de las manos y meter el dedo en el plato del de al lado, porque lo robado sabe mejor, como los besos. Me gusta besar a desconocidos. Que me muera ahora mismo si tengo que renunciar a ese cosquilleo. Ni a las cosquillas, que me hagan reír hasta que duela, porque ojalá el dolor viniera siempre acompañado de risa. El dolor madura, pero yo lo hago a regañadientes. Para eso me sirve ser terca como mi madre y cabezota como mi padre. Y me conformo con ser la mitad de fuerte que cualquiera de los dos. Fuerte para resistir, para aguantar, pero también para luchar. Que no digan que no lo intenté, a pesar de los resultados. Vivamos pataleando, sea por lo que sea. Y dejad que nos levantemos la falda para enseñar las bragas a todo el mundo o que caminemos con los pantalones por los tobillos. Porque es nuestro interior y se lo enseñamos a quien nos da la gana. Porque es mejor vivir con una mano dentro de las bragas, a poder ser ajena. Y gemir. Y gritar. Y bailar. Que ya nos joderán y nos harán llorar, y no será de emoción ni alegría. Que suene el himno, que salga de su tumba Beethoven.

Comentarios

  1. Creo que necesitaba leer algo así hoy. Bueno, lo afirmo, lo que creo es que ahora soy un poquitito más fuerte, más ganas, más capaz. Gracias.

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  2. Creo que necesitaba leer algo así hoy. Bueno, lo afirmo, lo que creo es que ahora soy un poquitito más fuerte, más ganas, más capaz. Gracias.

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