Yo le llamo papá
Él es grande. La persona más grande que he conocido en mi vida. Cuando le miro, lo hago con los mismos ojos de niña con los que le miraba desde abajo con admiración cuando era pequeña. Era el más fuerte porque me cogía en brazos y me subía sobre sus hombros para que pudiera ver el mundo. Era el más valiente porque se enfrentaba a los monstruos que había bajo mi cama. Era el más listo porque sabía responder a todos mis porqués. Era y es. Es un buenazo con un punto de mala hostia. Es quien me enseñó a amar los libros, quien me descubrió a Janis, quien corrió tras de mí cuando, por fin, él se atrevió a soltar el sillín y yo me atreví a pedalear sin ayuda. Es quien sigue pellizcándole el culo a mi madre, haciéndome creer en el amor para toda la vida. De él me viene la cabezonería. Es el culpable de mis labios finos, de mi pelo rizado y de mi piel delicada. El que hace que me sienta increíblemente orgullosa cada vez que me dice lo mucho que me parezco a su madre, mi abuela, porque es