Mañana es hoy
El suelo estaba frío. Notaba como se le iba helando el cuerpo poco a poco. Tenía el culo y los pies descalzos congelados. No podía moverse o no quería, no estaba muy segura. No podía pensar con claridad. No sabía qué pasaba. ¿Estaba sufriendo alguna especie de crisis? ¿Y si se había vuelto loca? ¿Era así como una se volvía loca? Te levantas una mañana como otra cualquiera, vas al baño y, sin saber muy bien cómo, acabas sentada en el suelo junto a la bañera, en pijama y sin ser capaz de mover un solo músculo. Tal vez. Ya podía ver a dos fornidos enfermeros con cara de pocos amigos echando la puerta abajo y llevándosela a algún centro psiquiátrico a rastras para meterla en una sala acolchada y ponerle una camisa de fuerza preciosa, última tendencia en esta temporada de primavera-verano. Definitivamente veía demasiado la televisión. Sacudió la cabeza para hacer desaparecer esa imagen de su mente, como una niña sacude una pizarra mágica para borrar el dibujo que acaba de hacer. Bien, al