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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Resaca

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A brió los ojos. Un dolor punzante le hizo tener que cerrarlos otra vez de inmediato. Parecía que el mismo Hipócrates le estuviese trepanando el cráneo perforándolo sin piedad. Volvió a abrirlos lentamente. La escasa luz que entraba por las rendijas de la persiana la cegaba como si la alumbrasen con un foco en una sala de interrogatorios. “Puta resaca. No vuelvo a beber en la vida”, masculló para sí. Si algo se le daba bien era autoengañarse. Se había hecho esa misma promesa cientos de veces. Se incorporó lenta y silenciosamente. No quería despertar a aquel bulto que roncaba a su lado. Ahora sólo tenía que encontrar todas sus pertenencias entre aquel caos de habitación. Encontró su ropa interior hecha un ovillo junto a una de las patas de la cama, se la puso y siguió recogiendo el resto de prendas que estaban esparcidas por el suelo de ese nido de sexo sin amor como si siguiera el camino de baldosas amarillas hacía casa, llegando hasta los zapatos y el bolso que estaban tirados junt

Reza por Siria. Reza por París.

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           Por G. Isanda. Esta semana, se ha ido el mundo a la mierda. Otra vez. Arde París, arde Siria, las brasas siguen calcinando lentamente a África azuzadas con algún viento del norte, terremotos en Japón, los Foo Fighters cancelan su gira y Charlie Sheen ha contraído el VIH. Aproximadamente, lo de siempre. Pequeñas variaciones. En un mes no se acuerda nadie, así funciona esta amnesia colectiva. Es una pequeña ampliación, un punto más añadido al perceptil de ruido mediático en el que estamos sumidos y que nos insensibiliza, día a día, un poco más. Hasta el suicidio tántrico. Hasta el coma emocional. Reza por Siria. Reza por París. Reza por el mundo. Así es como se acaban leyendo y oyendo opiniones asentadas sin pudor alguno encima de una pila de cadáveres. Fanatismos por parte de cada bando. Venganzas. Racismo. Chistes. Como en la Naranja mecánica, nos hemos sometido voluntariamente al artilugio que mantenía los ojos de Alex perpetuamente abiertos, mientras transcurr

Mamá, quiero follarme a un anarquista.

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Quiero follarme a un anarquista. Quiero llegar al negro más oscuro y cegarme con el blanco más puro. Quiero pisar el césped prohibido. Quiero jugar con fuego y quejarme cuando me queme. Quejarme y echarle la culpa a los demás por haberme dejado la llama al alcance de la mano. Porque de qué coño sirve cometer errores, si no puedes echarle algo de culpa a los demás. Y joder, quiero follarme a un anarquista. Uno que me haga gritar. Que me joda el anarquista y que le den a la autoridad. Que la revolución la tengo yo entre las piernas.  No quiero Estado alguno intentando gobernarme. Pero que nieguen mi autoridad y luchen por mandar bajo mis bragas. Porque prefiero que me llame zorra y se le llene la boca a que me mienta con te quieros de boca pequeña. No entiendo ese empeño en hacernos creer cuando nos pasamos por el coño a los que van de dioses del amor sin Olimpo. Mejor juguemos a tener sexo ligero manchado de lucha de poderes. No sé tú, pero yo estoy deseando tener soberano sin querer