Entradas

Mostrando entradas de 2015

De pestañas para adentro.

Imagen
Por @Lottelita_Haze E l cuerpo es más inteligente que la mente. Al menos, más sincero. Allí donde la cabeza afirma convencida "esta sí que sí es la última", los hombros se hunden, conscientes de que donde se vuelve una vez, se puede volver 20. Allí donde nuestra mente saturada, envía órdenes inmediatas para borrar conversaciones, nuestros dedos proceden obedientes, aun sabiendo que el problema no es ese. Que no son las conversaciones que guarda un teléfono las que no nos permiten seguir, sino aquellas que se guardan de pestañas para adentro.  Nuestra cabeza pretende que el cuerpo bloquee agentes externos que puedan hacer daño, cuando la única bloqueada es ella.   Por eso allí donde nos repetimos "no pasa nada", el cuerpo tiembla. Allí donde decimos "estoy bien", los ojos lloran. Allí donde pensamos " mañana  se habrá acabado", el corazón amanece encogido.   Insisto, el cuerpo es más inteligente que la mente. Puedes repetirte a t

Louise

Imagen
Por @kikolo777 U n suave contoneo de sus caderas bastaba para que gotas de sudor se deslizaran por sus sienes, bajando en frenética carrera hacia ninguna parte. Llevaba años viviendo en la calle con la única compañía de un puñado de cartones, unos libros viejos y ella. La llamaba Louise, en honor a Louise de Renal, la dama seducida por Julien Sorel en la famosa obra de Stendhal Rojo y negro . Desconocía su nombre; llevaba cinco años viéndola caminar por las oscuras aceras al abrigo de la noche y jamás le había preguntado su nombre. Se había hecho a la idea mil veces y mil veces había abortado su propósito por miedo a ser rechazado, ¿quién iba a querer algún trato con un vagabundo? Ni siquiera una mujer como ella, acostumbrada a soportar miradas de asco o insultos por trabajar en la calle. A los ojos de muchos que pasaban fugazmente a su lado, una vulgar ramera de la calle, pero no a los suyos, acostumbrados a observarla de cerca, a estudiar sus gestos, sus lágrimas, sus sonrisas

Resaca

Imagen
A brió los ojos. Un dolor punzante le hizo tener que cerrarlos otra vez de inmediato. Parecía que el mismo Hipócrates le estuviese trepanando el cráneo perforándolo sin piedad. Volvió a abrirlos lentamente. La escasa luz que entraba por las rendijas de la persiana la cegaba como si la alumbrasen con un foco en una sala de interrogatorios. “Puta resaca. No vuelvo a beber en la vida”, masculló para sí. Si algo se le daba bien era autoengañarse. Se había hecho esa misma promesa cientos de veces. Se incorporó lenta y silenciosamente. No quería despertar a aquel bulto que roncaba a su lado. Ahora sólo tenía que encontrar todas sus pertenencias entre aquel caos de habitación. Encontró su ropa interior hecha un ovillo junto a una de las patas de la cama, se la puso y siguió recogiendo el resto de prendas que estaban esparcidas por el suelo de ese nido de sexo sin amor como si siguiera el camino de baldosas amarillas hacía casa, llegando hasta los zapatos y el bolso que estaban tirados junt

Reza por Siria. Reza por París.

Imagen
           Por G. Isanda. Esta semana, se ha ido el mundo a la mierda. Otra vez. Arde París, arde Siria, las brasas siguen calcinando lentamente a África azuzadas con algún viento del norte, terremotos en Japón, los Foo Fighters cancelan su gira y Charlie Sheen ha contraído el VIH. Aproximadamente, lo de siempre. Pequeñas variaciones. En un mes no se acuerda nadie, así funciona esta amnesia colectiva. Es una pequeña ampliación, un punto más añadido al perceptil de ruido mediático en el que estamos sumidos y que nos insensibiliza, día a día, un poco más. Hasta el suicidio tántrico. Hasta el coma emocional. Reza por Siria. Reza por París. Reza por el mundo. Así es como se acaban leyendo y oyendo opiniones asentadas sin pudor alguno encima de una pila de cadáveres. Fanatismos por parte de cada bando. Venganzas. Racismo. Chistes. Como en la Naranja mecánica, nos hemos sometido voluntariamente al artilugio que mantenía los ojos de Alex perpetuamente abiertos, mientras transcurr

Mamá, quiero follarme a un anarquista.

Imagen
Quiero follarme a un anarquista. Quiero llegar al negro más oscuro y cegarme con el blanco más puro. Quiero pisar el césped prohibido. Quiero jugar con fuego y quejarme cuando me queme. Quejarme y echarle la culpa a los demás por haberme dejado la llama al alcance de la mano. Porque de qué coño sirve cometer errores, si no puedes echarle algo de culpa a los demás. Y joder, quiero follarme a un anarquista. Uno que me haga gritar. Que me joda el anarquista y que le den a la autoridad. Que la revolución la tengo yo entre las piernas.  No quiero Estado alguno intentando gobernarme. Pero que nieguen mi autoridad y luchen por mandar bajo mis bragas. Porque prefiero que me llame zorra y se le llene la boca a que me mienta con te quieros de boca pequeña. No entiendo ese empeño en hacernos creer cuando nos pasamos por el coño a los que van de dioses del amor sin Olimpo. Mejor juguemos a tener sexo ligero manchado de lucha de poderes. No sé tú, pero yo estoy deseando tener soberano sin querer

¿Quién es quién?

Imagen
El ser humano se pasa media vida intentado averiguar quién es. Y eso con suerte, hay quien ni siquiera le dedica un pensamiento y sólo sigue la corriente que le lleva por el camino correcto marcado por la sociedad. ¿Y quién es esa sociedad que me dice por dónde caminar? Es agotador intentar averiguar quién eres, hacia dónde se dirige tu vida, qué debes hacer con ella. Agotador. ¿Para qué? ¿Para intentar no cometer errores? Pues paso de los aciertos planificados. Nos pasamos más tiempo pensando en cómo queremos o debemos vivir, cosas totalmente opuestas la mayoría de las veces, que viviendo. Quizá sea yo la tonta que actúa con miedo a las consecuencias, pero sin detenerse por ellas. Quizá sea una irresponsable que pone su estabilidad en juego, pero no quiero seguir adelante con la sensación de estar desperdiciando mi tiempo. Al menos, que no sea por falta de intentos. Porque no sé hacía dónde voy, pero sé quién soy. Soy la que se masturba con Leonard Cohen de fondo, la que de

Una vez más

Imagen
Relato por @OrdinaryLives Arrancarle la ropa, morderle los labios, abrir la ventana y que se esfume el calor. Noches intensas, de verano, de invierno, de pleno apogeo de dos que lo quieren todo y no pueden tener nada. Aprovechar los minutos, contar las horas, borrar los días, beberse los años. El tiempo pasa con una rapidez espantosa cuando lo único que quieres es romper el reloj contra el suelo y que el sol o la luna se detengan en lo alto, que no haya mañana si no va a haber esperanza. En definitiva, respirar se ha vuelto una mierda si te despiertas un día y estás solo en la cama, si te aferras a las sábanas empapadas en sudor y no es por haber estado follando toda la noche. Reposaba el whisky en la botella y el humo de los cigarros mal apagados se elevaba en medio de una calurosa noche de verano. Ni las ventanas abiertas ayudaban aquella noche a apagar el fuego que incendiaba el aire que respirábamos en aquella ciudad del diablo. El mar no ayudaba si no a que el sudor se

Ella, caprichos del destino

Imagen
Relato por @MarkBronx Es ella, nunca imaginé que volvería a verla. Viajaba a mi lado en aquel tren con el aire acondicionado estropeado, el calor en los vagones era insoportable. Todavía recuerdo su perfume y esa gota de sudor que le bajaba por el escote. Fue la única vez que nos miramos y no pude disimular la sonrisa, me había pillado de pleno. En realidad yo no podía dejar de mirarla y por eso me puse las gafas de sol, seguro que se me notaban mis ganas de ella en los ojos.  Desapareció en la siguiente estación, a mí todavía me quedaban 100 kilómetros hasta llegar a mi destino. Lo más probable era que no volviera a verla jamás y cerré los ojos para intentar grabar para siempre ese instante con ella en mi memoria.  Y ahora he vuelto a verla, lo que nunca creí que sucedería, me acaba de ocurrir. Si hasta me he tropezado en cuanto la he visto. Joder, soy gilipollas, un puto patoso. Seguro que se ha dado cuenta y me ha visto tropezar solo, juraría que incluso he visto su

Ni contigo y sin mí

Imagen
Relato por  @Xe_lis El verano, ese verano, el verano en el que nos atrevimos. En el que decidimos dar el paso. El verano en el que empezó el principio del fin. Tú tan frágil y yo tan torpe. Tú tan de noche y yo tan de día. Tú tan demonio y yo... y yo te quería. Fue duro y más dura la despedida, fue intenso y más intensa la herida. Ese verano, el verano de los “te amo”, el verano de los “te extraño”, de los “ojalá aquí conmigo”, el verano que dio paso a nuestro mayor castigo. Llegó el invierno y con él tu ausencia, llegó la lluvia y con ella mi decadencia. Llegó diciembre y dolió. Ya sabíamos que iba a doler. Remonta, sé fuerte, sé dura; me dije. ¿Y ahora qué? Ahora grito, suplico, te busco, rebusco entre mis entrañas. Me curo la herida, me sangra la vida. Y sigo perdida. Me inunda el vacío, la nostalgia, las ganas de gritar tu nombre. Tu olor, tu risa, tu música. Me inundan los recuerdos, los suspiros, me inundan la

El club de la lucha de los niños

Imagen
Recordar la primera vez que te peleaste por algo de niño, la primera vez que quisiste defender algo, que pensaste tener la razón. Recordar cómo quisiste demostrar que tú podías más a base de hostias siendo adolescente. Ése es el espíritu que se nos ha olvidado hundidos en el sofá de casa, y sin poder dormir porque nos acosa la vida adulta. Deberíamos tener en la memoria el sabor de la sangre en los labios cuando nos partieron la cara por primera vez y como, aún así, nos levantábamos con rabia a por más, cada vez que alguna situación de lo más cotidiana nos hunde. No olvidar los ojos morados y esa sonrisa tonta de orgullo al pensar “Él seguro que lo tiene peor” cuando al despertar nos vemos feos por una simple ojera y corremos a demandar atención como sea y que nos suban el ego. Cómo fardábamos de cicatrices con los otros amigos sólo porque “Si tú saltas ese montículo con el skate, yo no voy a ser menos” y, ahora, se nos cae el alma a los pies cuando nos queda una cicatri

No poder o deber no es lo mismo que querer

Imagen
Deseamos lo que no tenemos. Y yo no te tengo, y te quiero. Quien dice quiero, dice ansío. Porque, a veces, la vida nos pone algo apetecible delante sólo para jodernos cuando nos damos cuenta de que es inalcanzable. Nos lo deja a la vista para que lo deseemos día tras día, dejándonos incluso rozarlo con la punta de los dedos, pero a la prudencial distancia que nos impide hacerlo nuestro. Y, seamos sinceros, aquello que nos apetece se convierte en irresistible cuando se nos dice que no podemos tenerlo. Nos morimos por tocarlo, por pisar ese césped con el cartel de prohibido. Nos quedamos en el borde de la valla con las puntas de los pies rozando el verde y húmedo césped, mordiéndonos el labio frustrados hasta hacernos sangre por no poder notar la fresca sensación de pisarlo con los pies descalzos. Pero seguimos ahí, torturándonos, cruzando los dedos pidiendo que quiten el cartel o que, simplemente, miren hacia otro lado mientras nosotros corremos, damos volteretas y nos revolcamos por

Tampoco vamos a hacernos los necesarios.

Imagen
Asusta no necesitar a nadie. Debería ser liberador, pero no lo es. Acojona. ¿Y si no soy capaz de sentir por nadie algo lo suficientemente profundo como para sentir que le necesito, que no puedo vivir sin tenerle? Sufro al perder, no os equivoquéis, como todos. Me he cruzado con personas que se han ido, haciendo más o menos ruido, hiriendo más o menos, dejando más o menos huella. Unas han dolido tanto que creía que no podría volver a respirar con normalidad, que han dejado un pequeño rincón vacío en mi interior que soy incapaz de llenar, como una habitación abandonada llena de recuerdos que cierras a cal y canto, y cuya llave tiras al lago más profundo que conoces. Otras apenas han sido un rasguño que el tiempo ha curado sin dejar cicatriz. Sea como fuera, sólo he tenido que sacudirme el polvo después de la caída y seguir mi camino. No les necesitaba, miro a mi alrededor y no necesito. Tal vez, la verdadera soledad sea lo único que te haga necesitar. Incluso apreciar algo del pasado

Yo le llamo papá

Imagen
Él es grande. La persona más grande que he conocido en mi vida. Cuando le miro, lo hago con los mismos ojos de niña con los que le miraba desde abajo con admiración cuando era pequeña. Era el más fuerte porque me cogía en brazos y me subía sobre sus hombros para que pudiera ver el mundo. Era el más valiente porque se enfrentaba a los monstruos que había bajo mi cama. Era el más listo porque sabía responder a todos mis porqués. Era y es. Es un buenazo con un punto de mala hostia. Es quien me enseñó a amar los libros, quien me descubrió a Janis, quien corrió tras de mí cuando, por fin, él se atrevió a soltar el sillín y yo me atreví a pedalear sin ayuda. Es quien sigue pellizcándole el culo a mi madre, haciéndome creer en el amor para toda la vida. De él me viene la cabezonería. Es el culpable de mis labios finos, de mi pelo rizado y de mi piel delicada. El que hace que me sienta increíblemente orgullosa cada vez que me dice lo mucho que me parezco a su madre, mi abuela, porque es

Tal y como tenía que pasar

Imagen
Foto de @yoserechantal Meses después, he vuelto a Barcelona. He bajado del tren y he pasado por delante de la farmacia donde queda todo el mundo. Yo no había quedado con nadie allí. Después de fumar un cigarro, y regalar dos, en la puerta donde nos encontramos por primera vez, he entrado en la farmacia, aprovechando para comprarme un stick labial que estaba de oferta, por ejemplo. He empezado a andar por la avenida hacia la que ha sido mi casa esta semana, pasando por delante del bar donde quedé contigo, y también por delante del banco donde me enseñabas qué series ver en el móvil, aprovechando los últimos minutos que nos quedaron ese día. Al llegar a la casa de la calle Galileu he hablado un rato con mis amigos y me he ido a dormir enseguida.  Durante toda la semana he tenido que pasar todos los días por el Passeig de Gràcia, entrar en Casa Milà, subir en la misma línea de metro, pasar por el quiosco donde nos encontramos, ver desde el balcón la calle por donde te alejast

Hoy

Imagen
Se levantó y se metió en la ducha. Dejó que el agua caliente recorriera su cuerpo mientras destrozaba a Lykke Li y su "I follow rivers". Muy apropiada para cantar bajo la ducha. Le gustaba. Irónicamente, cantarle al amor le ayudaba a no pensar en él durante un ratito. Salió y se miró en el espejo pensando en sus dedos rozando su piel desnuda, caliente y húmeda. “¡No empieces, joder!” Sacudió la cabeza hasta marearse para sacar ese pensamiento de su mente. El sonido blanco del secador le mantenía en una especie de trance de pie frente al lavabo. Peinada y maquillada, sonrió falsamente a su yo del espejo en ropa interior. “¿Qué modelito es el adecuado para afrontar un día ordinario en una vida mediocre?”, pensó. Se dirigió al armario para buscar un vestido veraniego con estampado de flores de escote generoso y unas bonitas sandalias con un poco de tacón que estilizaban sus piernas. Sería un día más, pero lo viviría sintiéndose sexy. Metió su ejemplar de Limónov en el bol

A ti

Imagen
No quiero hacerme vieja y arrepentirme. Pensar en lo tonta que fui por dejar pasar esta o aquella oportunidad, por no hacer lo que realmente me apetecía. No quiero pasarme la vida escudándome tras una falsa dignidad, levantando la barbilla, pero bajando la mirada, para que no me hagan daño, para no arriesgar, para no perderme. Quiero perderme y encontrarme mil veces, que me encuentren o dejarme encontrar. Estoy harta de contenerme, de restringir mis palabras o mis actos, de autocensurarme. Se me pasa la vida y tengo muchas papeletas de sufrir cáncer o, lo que es peor, alzhéimer. No quiero perder el tiempo, si no es porque lo quiero perder. Pero ¿cómo se aprovecha la vida? No tengo ni idea, pero voy a intentarlo. A la mierda la cabezonería y el orgullo. Si voy a convertirme en una abuela enferma y olvidadiza, al menos, que tenga una sonrisa de oreja a oreja cada vez que consiga recordar pedacitos de mí. Recordar cuando me metías mano mientras conducías y sonreír. Recordar las di

Tentetiesos

Imagen
Algunos somos tentetiesos. Nos empujan o tropezamos nosotros mismos, pero jamás tocamos el suelo. No nos lo permitimos, no nos permitimos un descanso. Aguantamos poniendo a prueba nuestra resistencia, notando como nos tiemblan las piernas y durante un rato nos quedamos balanceándonos de un lado para otro desorientados. Sólo que, esta vez, el balanceo está durando demasiado. Siento que, avance en la dirección que avance, la voy a cagar o empeorar, así que me quedo clavada en el suelo mientras mi mente se siente como ese borracho que llega a su casa, se tumba en la cama e intenta no vomitar mientras la habitación no deja de darle vueltas. Y sorbo lágrimas porque ni siquiera puedo permitirme llorar, porque si empiezo no sé si seré capaz de parar. Así que respiro profundamente hasta casi ahogarme y encierro todo ese dolor en algún rincón de mis entrañas. Pero se acumula, se empeña en salir y cada vez me cuesta más esfuerzo mantenerlo bajo control. Sonrío de nariz para abajo e intent

Encantado de conocerte

Imagen
Era libre. Bajó los escalones de dos en dos a pesar de llevar tacones. ¡Malditos tacones! Necesitaba salir de allí. Era viernes y necesitaba tomarse unas cervezas, fumar y reír con sus amigos. Ya estarían todos esperándola, era la última en salir del trabajo. Miró su móvil mientras recorría el hall que le separaba de la libertad. Nada, no le había contestado. Quizá se había precipitado al proponer que se vieran, pero estaba cansada de esperar. Ya le había puesto cara. Soltó un gran suspiro de alivio al ver su foto. Era muy atractivo, pero se había temido lo peor. Habían hablado de todo y de nada. Tenía la sensación de conocerle y, sin embargo, apenas sabía nada de su vida. Sólo sabía que se levantaba pensando en él y que se acostaba deseando que fuera a su lado. Cada vez que su móvil vibraba sentía un pinchazo de nervios en el estómago pensando que era él y un escalofrío recorría su espalda cuando comprobaba que lo era. Cómo sentimos físicamente aquello que nos afecta sentimentalmen